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viernes, 3 de septiembre de 2010

La mochila

Que yo hoy cogiese un tren posterior al que suelo coger cada día no tiene importancia. De hecho siempre cojo el tren antes de la hora por si tengo algún contratiempo. Bueno pues hoy me entretuve en casa unos minutos más de lo habitual y cogí el siguiente.
Al entrar al vagón , sobre uno de los asientos vi una mochila . Sola, como olvidada. No había nadie en el vagón, excepto una chica un poco más allá de ese asiento.
Le pregunté si sabía algo, si había visto a alguien quizá ir al baño dejando momentáneamente la mochila sobre el asiento. Dijo no haber visto nada.
Me asomé a la puerta del tren por si pasaba algún empleado de R.E.N.F.E. La chica , implicada, buscaba por el otro extremo del pasillo, también. El tren saldría en pocos minutos, quizá tres o cuatro.
El caso es que abandonar el tren y llevar la mochila a las taquillas de la estación no nos era posible porque corríamos el riesgo seguro de perder ese tren, y en mi caso ya llegaría tarde.
La chica sopesó la mochila. Pesaba. Era grande, de color azul claro .Dijo que le inquietaba hacer el viaje con la mochila . Porqué pregunté yo. Bueno, se oyen tantas cosas.., respondió.
Si, de hecho lo primero que a uno le viene a la cabeza cuando descubre un bulto anónimo en el tren es una bomba, de todos modos yo al 99% estaba segura que sería un descuido, un gran descuido pero no una bomba.
Asomadas las dos al andén , esperando ver pasar a alguien que se responsabilizara del bulto pasamos los siguientes tres minutos. Nada, no aparecía nadie. Los últimos pasajeros ya corrían para coger el tren, a penas faltaban unos segundos.
De repente decidimos dejarla en el anden y confiar que quien la encontrase fuera un poco decente y la entregara en taquilla. Así, en el centro del anden era bien visible . Nosotras seguíamos asomadas, vigilantes.
Entonces y con los bip_bip_ bip del aviso de cierre , vimos correr a los últimos rezagados. Uno de ellos un niño de apenas 10 años, que sudoroso llegó a nuestra puerta. Me extrañó que no subiese al primer vagón a riesgo de perder el tren, pero resultó ser el dueño de la mochila. Se plantó jadeante ante la puerta, con la mano en el pecho a causa de la carrera y agradeciendo con boca , ojos y todo su semblante haber recuperado su bolsa , mientras las puertas se cerraban ante los tres.
Yo no sé si había un guión previo o no, pero sé que hoy, para mi, valió la pena perder el tren.

1 comentario:

  1. Ha sido magnífico, casi he podido ver la cara de alivio de ese niño.Enhorabuena.***

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