Translate

miércoles, 25 de agosto de 2010

El rebobo de la jojoya

Ocurrió al poco de morir mamá, cuando aún seguíamos yendo todos al domicilio familiar intentando mantenernos unidos ante la debacle.
Seguramente sería un domingo por la tarde cuando de repente a alguno de nosotros , sus hijos se nos ocurrió ver una vez más las joyas que mamá tenía. No eran muchas la verdad, pero ¡eran tan especiales!, al menos para mi…
Sus joyas eran emblemáticas para mis ojos de niña que es cuando las empecé a conocer. Un nomeolvides de oro de cadena espesa con las medallitas de los cinco hijos colgadas alrededor y grabadas en ellas las fechas y el horóscopo de cada uno, un anillo majestuoso -el de pedida - regalo de mi padre que según ella siempre contaba era de platino, metal más valioso que el oro, que ya era decir.
Alguna cosita más componía el pequeño tesoro, creo que unos pendientes de una cuñada y alguna medalla.. En fin, el caso es que aquel domingo alguna de mis hermanas o tal vez yo misma, (hace ya casi 22 años), sacamos la tetera donde mamá tenía guardadas estas cosas y comprobamos (comprobé) que ni el anillo de platino ni el nomeolvides estaban.
Nadie sabía nada, se hizo un silencio molesto y alguien supongo que concluyó: ya aparecerá. Por aquel entonces nadie quería enfadarse con nadie, al contrario, necesitábamos soportar la situación juntos y eso hubiera constituido nuevas pérdidas, además haber perdido a nuestra madre era tanto que todo el resto se volvía secundario.
Siempre, sin embargo me molestó esa desaparición, me inquietaba y me producía dolor pensar que uno de mis hermanos fuese tan vil, pero sobretodo no quería saber quien había sido, preferí sospechar de todos a conocer al verdadero autor. Cosas !...
Durante estos casi veintidós años nadie sacó jamás el tema, y a mi me pareció bien también no hurgar.
Fue hace tan sólo unas semanas que yendo con una de mis hermanas en coche por la pequeña ciudad en la que vivimos me dijo al pasar por un negocio de compra –venta de joyas , que allí era donde mi padre había hecho hacer los anillos que nos regaló con motivo del nacimiento de una de nuestras sobrinas. Cómo? , por qué?, yo no entendía nada. El caso es que esos anillos nos los regaló hacia ya unos 9 años, cuando nació la pequeña y eran el resultado de la fundición del oro y del platino de las joyas de mamá.
-Espera un momento, le dije: ¿desde cuando sabes tú eso? , me chocaba la conversación que estábamos teniendo así como por casualidad…
Entonces me explicó que ella había conocido la verdad hacia poco , que mi padre le contó que él , en un intento de evitar que nos peleásemos por las tres joyas de mamá las guardó, las quitó de nuestra vista (gran confianza en nuestros instintos) y años más tarde las hizo fundir para regalarnos unos anillos corrientes, de oro pero corrientes .
Mi hermana no se ha vuelto a poner el anillo, le cogió rabia. Yo, ya no me lo ponía, pero me sorprendió, una vez más, mi padre urdiendo todo eso para evitar un mal.
Lo que también me hace gracia, es que durante todos estos años los unos hemos sospechado de los otros, yo tenia más o menos mi posible culpable, y seguro que a los ojos de alguno de los demás quizá lo fuese yo.
Ahora ya estoy tranquila, me siento feliz de la inocencia de los otros y sobretodo de pensar que aunque no muy acertadamente a veces, mi padre quiere lo mejor para nosotros.

2 comentarios:

  1. Me parece una historia preciosa.Yo no sé que hubiera hecho en su lugar, porque según leo el reparto era difícil por el valor (no solo material de cada cosa) y vuestro número,lo que sí está claro es su cariño hacia vosotros.Un beso***

    ResponderEliminar
  2. En el fondo los Padres siempre seguirán siendo los Reyes.

    Un beso.
    Pete Vicetown.

    ResponderEliminar