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martes, 30 de noviembre de 2010

"Mantente lejos de los infelices ya que éstos estan ansiosos por compartir su infelicidad "

lunes, 22 de noviembre de 2010

Tomando nota

" O nos hacemos infelices, o nos hacemos fuertes. La cantidad de trabajo es la misma." Carlos Castaneda

martes, 16 de noviembre de 2010

Judías verdes



Sentía el chasquido de las judías partiéndose en dos. Mi madre quitaba primero las dos puntitas de los extremos con las uñas y después una a una las iba partiendo por la mitad. Yo, desde la cama me sentía feliz. Un día de colegio sin colegio. Llenando todos mis sentidos con aquello que pasaba en mi ausencia en un día ordinario.
Me extrañaba la luz de la mañana entrando por el balcón, era raro, diferente, llegaba hasta mi cama y me calentaba y aunque seguramente mi fiebre ya había pasado ni se me ocurría poner un pié afuera..
Mi madre canturreaba… trajinaba, como ella decía, hacía un poco de ruido en la cocina fuera del alcance de mi vista, seguramente fregando los platos. El ruido del agua, fresca sin duda, mezclándose con el jabón hasta hacerlo desaparecer me relajaba, era como oír correr un río fresco a borbotones. Después el cacharro con las judías verdes y las patatas que llevaba a la mesa redonda del comedor donde ella las empezaría a preparar. Primero ponía la radio, justo cuando empezaba Radio Fémina en Radio Reloj de Radio España, con la emisión del consultorio de doña Montserrat Fortuny. Laboratorios Eupartol patrocinaba el programa, pero aunque a mi eso me daba igual , me maravillaba poder oír esas palabras: Eupartol, Radio Reloj, Radio Fémina, las musiquillas pegadizas y las voces maravillosas de los que habitaban en el transistor.
Todo eso y el chasquido de las judías frescas en las manos de mi madre. Me sentía especial por un día, o una mañana tan sólo. Nada más yo recibiendo todas esas sensaciones, el color de la mañana tardía, el olor de las judías al quebrarse, el calorcito del sol en mi almohada …Mis hermanas vendrían al mediodía a comer y pondrían punto y final a mi reinado, llegarían a la hora en que yo hubiese también llegado en un día ordinario y dejaría de ser… una reina de 8 años.

Pollo con patatas

La yaya solía venir los viernes. En realidad creo que cualquier día le hubiese sido igual, pero ella venía los viernes, después de comer, creo.
A esa hora estábamos en el colegio o en el instituto y según nuestra hora de regreso a casa la veíamos o no.
Yo recuerdo llegar a casa, sin reparar en que día de la semana era, entrar, dejar mis cosas y de repente notar un aire diferente, como una señal imperceptible de que algo había cambiado, entonces empezaba a husmear arriba y abajo y lo veía. Las plantas de la galería, cuatro plantas alicaídas y llenas de hojas secas habían resucitado, después y junto a las plantas veía montoncitos de ropa doblada también inusuales que estaban a punto para ser colocados en los armarios, y por último y entrando en la cocina una cazuela tapada y aún caliente con la mejor comida del mundo: pollo rustido con patatas a cuadraditos, fritas aparte y mezcladas después con el pollo. Un pollo con patatas irresistible, siempre con el mismo aroma, siempre igual de bueno.
Entonces, una vez constatada la visita de la yaya, preguntaba a quien allí se encontrara: ha venido la yaya? Sí, era la respuesta, se acaba de ir. Y de repente una sensación de vacío.
Lo que siento ahora ya mayor , creo que se asemeja bastante a lo que sentía de niña , que aunque sin la plena conciencia de sentirlo , lo sentía: una especie de tristeza , pena . Podía, puedo, imaginar la gruesa figura de mi yaya marchando sola, hacia el metro para regresar a su casa. Ella vivía en Hospitalet, a unas pocas paradas de mi casa y se marchaba temprano porque debía atender al yayo, prepararle la cena.
A veces, o siempre, dejaba envueltas en un tierno papel de estraza blanco unas enormes magdalenas que vendían en una pastelería al lado de su casa. Eran gigantes, con forma estrellada y cada una tenía su propio papel. Así que si yo llegaba antes que mis hermanas podía ir abriéndolas todas y elegir la más bonita, que siempre era la más inflada, claro, volviendo a enroscar los extremos del papel encima de las otras magdalenas sin que se notase mi desliz.
La figura oscura, gruesa y lenta de la yaya, yendo hacia el metro, dándome la espalda es la imagen que se forjó en mi mente sin haberla visto. Una imagen triste que me duele aún y me dolerá siempre y me hace arrepentir de todos esos viernes que llegué tarde del instituto y tomé sus regalos sin darle siquiera un beso.

martes, 9 de noviembre de 2010

LAS HORAS Y LAS DESHORAS: LA VIDA

las horas y las deshoras, los infinitos desencuentros,
el tiempo marcado, el reloj que dicta el tiempo,
el tic-tac implacable.
El día y la noche se encuentran en el atardecer,
la noche y el día, se encuentran al amanecer.
Los fantasmas del pasado buscan un refugio donde poder seguir,
para azotar el tiempo, aquel tiempo, su tiempo, su espacio.
No se puede negar el tiempo, como no se puede negar lo evidente,
y éste, va pasando a través de los muros más resistentes,
consumiéndolo todo a su paso.
El paso del tiempo, también puede ser sanador, porque el olvido no existe,
aunque sí, el paso del tiempo marca la distancia entre los malos recuerdos.
El tiempo lo "cura todo", el pasado, el presente y el futuro, es su labor.
El pasado puede ser una cadena, el presente puede desencadenarse,
y, el futuro puede no existir.
Nuestras horas, días, meses, años, pasaran y formaran parte de la memoria,
para perdurar, el futuro no pertenece aún ni al recuerdo, ni al olvido,
no existe, es lo que no es palpable, pero en nuestra imaginación, ese tiempo que es futuro,
nos permite jugar y apostar hacia la gran ilusión de que ese tiempo es lo único que podemos manejar .

jueves, 4 de noviembre de 2010

caminas

Caminas. La playa es larga y vacía, tus lágrimas resbalan subiendo el nivel del mar. El sol a tu espalda es intenso pero no llega a calentar tu corazón. Nada importa, tu dolor es más fuerte que todo e imposible de aliviar. De repente, a tus pies una pierna de muñeca, desnuda, sola. Ha sido devuelta por el mar. Ayer no estaba. Unos pasos más allá un zapato de plástico. Será de la muñeca? Se lo pruebas. Encaja!. Sonríes, …renaces. Sigues.

la partida

Una partida de dominó. Un club de la tercera edad donde se reúnen los mayores. Yo sentada en una silla sin decir nada, sin esperar nada. Simplemente viviendo momentos anónimos, cotidianos, intrascendentes, en los que residía una magia especial: la calma de los afectos, la reconciliación con el pasado; mi padre jugando, yo casi llorando.