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domingo, 13 de marzo de 2011

¿Como es posible que haya aun partidarios de la energía nuclear?

¿Y como,en una de las zonas más sísmicas del planeta,se construyen un montón de centrales nucleares?
Todas estas mentes superiores que dirigen los destinos de este pobre mundo y por consiguiente y en definitiva de nuestras vidas, terminarán friéndonos como a pececillos en una paella si este mundo no cambia de dirección.

Hay días (muchos) en los que me invade una asquerosa sensación apocalíptica y de falta de futuro.Terremotos y tsunamis que han dejado a Japón arrasado y esperando que las centrales nucleares desmadradas terminen el trabajo de exterminio.
El loco de Gadaffi siguiendo la estela destructora y haciendo de las suyas-masacrando- sin que la comunidad internacional se apresure e intervenga.Como demoren un poco mas ya no habra nadie a quien proteger.Y no sigo porque ya sabeis lo que hay en todo el mundo y no es necesario repetirlo.Pero da asco, asco y rabia, y lo digo de nuevo, esa asquerosa sensación apocaliptica, de que el mundo se acaba.Y no quiero sentir eso.
Hagamos algo,hagamos algo, hagamos algo que construya,algo que dé vida, algo que mejore el mundo,algo que acreciente la alegria, algo que amplíe la belleza, algo que haga sonreír,algo que alimente la esperanza,da igual la escala, la dimensión, la importancia.Hagámoslo.

jueves, 3 de marzo de 2011

Toulouse

Busco la palabra, lo que siento ahora que ya no está Toulouse: tristeza, añoranza, pena…. No, no encuentro la palabra para definir el recuerdo de su cuerpecito blanco de apenas tres quilos luchando por respirar, luchando por algo desconocido, algo que le impedía estar como siempre había estado, de comer y beber, de esperarme en el recibidor cuando oía mis pasos en la escalera.
Su mirada, siempre atenta y despierta se fue convirtiendo en el reflejo de un hondo pesar que parecía proceder más que de su cuerpo de su alma.
En la mañana de ayer murió. Presagié su fin. Buscaba el frío del suelo y su respiración se hizo aun más difícil. Murió en los mismos brazos que la trajeron a casa, los de mi hijo. Esperó a hacer la última respiración con él. Podría ser casualidad, pero yo siento que no.
Después, una vez todo hubo acabado la enterramos. Fue Guillermo quien cavó un pedacito de tierra para Toulouse. Cuando hubo acabado se quitó los guantes, cogió su cuerpecito y la besó despacio, ritualmente. Me pareció tan hermosa su valentía y falta de escrúpulos, besando cariñosamente la cabecita de nuestra pequeña gata, que creo que la imagen no se me borrará jamás.
Y hoy busco la palabra que define mi sentimiento por ella y por él y entre tantas otras la que se repite más es admiración. Y esta palabra, aún me produce más dolor.