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sábado, 23 de junio de 2012

Cosas que pasan

Tengo una buenísima memoria para las caras. Sabía que lo conocía incluso antes de ver que en una de sus manos llevaba una harmónica. Efectivamente era el mismo de aquel día de invierno.


Yo me dirigía a la ciudad, a un examen. Iba en un tren.

Y comenzó el espectáculo: una pequeña reverencia a modo de presentación, una mellada sonrisa y unos soplidos que atravesando el pequeño instrumento producían un ruido casi insoportable. Todo esto se aderezaba con unos segundos de tregua al instrumento que se llenaban con unos saltitos sonoros a modo de claqué. Yo imagino que sería para o bien aprovechar y respirar o bien para convencer más al público del tren poniendo coreografía a su ruido.

Yo preparé el euro. Como la vez anterior .Se diría que ya era una “fan”, pero no.

Tal vez me impactaba tanto lo mal que lo hacía, la seguridad de que ese hombre no conocía una sola nota . O tal vez era la sonrisa mellada de apertura que me dirigió mientras nos miramos a los ojos.

El caso es que se lo dí. Y como agradecimiento otra  sonrisa , esta vez aún más amplia y más mellada, que me hizo sonreír a mí también.

domingo, 20 de mayo de 2012

LA CORTEZA











La corteza que cubría el profundo dolor,

impedía que se resquebrajase para formar alguna fisura.

Aún así, a través de su muralla llegaban los silencios

del ruido exterior .


Y Repetía una y otra vez la misma oración :

Dejaron de oirle y creyó que eran sordos.

Dejaron de agarrarle y creyó que eran mancos.

Dejaron de verle y creyó que eran ciegos.

Dejaron de acercarse y creyó que eran cojos.

Dejaron de hablarle y creyó que eran mudos.

lunes, 14 de mayo de 2012

DEL MIEDO Y SU PODER.












El miedo nos hace vulnerables. Irrumpe en nuestras vidas luciendo diferentes disfraces:
  • La amenaza de enfermar.
  • La amenaza de perder a quien queremos.
  • La amenaza de perder el trabajo.
  • Perder, perder, perder.....
El miedo atenaza y se adueña de las voluntades. Nos hace tropezar y perder el equilibrio de la confianza, se pierden los objetivos ante la inseguridad que se instala, de forma que una barrera invisible nos cerca y crece como una mala hierba para detener cualquier actitud incauta que pueda saltar el muro del miedo.

El miedo priva la libertad , somete y hace someter.

Se mata por miedo, Se mata de miedo, se muere ,de miedo, se ensordece por miedo y se dejan de oir los millones de latidos en pro de la libertad,
Se otorga la injusticia por miedo. Se atrapa a las personas justas, por miedo a su fuerza.

Cuántas veces surge una extraña solidaridad, que crece y crece, se extiende y se expande como cofradías colectivas del miedo y surgen las dictaduras.

Tener miedo, no es ser cobarde, ser valiente y sentir miedo es posible. No se siente miedo por cobardía. La cobardía en sí, puede ser una gran aliada de la mezquindad.

Las crisis, las religiones, las guerras, el hambre. ¿Quién maneja los hilos del miedo que nos hace pender de un hilo, como las marionetas?.




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lunes, 23 de abril de 2012

Afectos


No sabía si iría o no. Siempre que tengo que ir a un entierro de alguien no muy cercano me cuestiono mil veces la decisión.

En este caso era bastante cercano el vínculo familiar que nos unía, pero el tiempo transcurrido sin vernos, sin tener noticias los unos de los otros nos convertía en extraños.

Tío carnal, por parte de madre. Su hermano mayor. A  punto de cumplir los 90 años. Veinte años sin vernos.

Las razones que justificaban la ausencia total de relación estaban en la ausencia también de mi madre, veinticuatro años atrás.

Como unen y  cohesionan la familia las madres es algo que sólo se puede saber cuando dejan de estar. El puente que se establecía entre tíos, primos y demás deja de existir y la distancia se hace cada vez más insalvable.

Dos días fueron los que estuve dando marcha adelante y atrás a la idea de asistir al funeral. Para qué? A quién beneficiaría mi presencia?, Qué sentido tenía después de tanto tiempo?

Fui. Cómo casi siempre me ocurre con este tipo de dudas elegí la decisión adecuada.

Tres eran los hijos de mi tío,  viudo hacía treinta y tantos años, por lo  tanto tres eran los primos que perdían a su padre.

Y supe por los abrazos recibidos por ellos que yo debía estar allí. Descubrí que un afecto ancestral, antiguo,  de nuestra infancia nos había unido y a pesar de los años seguía vivo.

Y ese afecto que ni sabía que existía, lo ocupa todo hoy, con la certeza de saber que si a alguien  benefició que yo fuese a ese entierro fue a mi misma.

viernes, 9 de marzo de 2012

pez


El  mar me limpia,
Su azul baña por completo mi alma
Elimina toda suerte de  inmundicia.
El fuerte oleaje remueve mis secretos rincones
Expulsando cualquier resto indeseado.
Mi lucha  es ardua y mi camino la pureza,
Debí nacer pez

LA GALERA





Parecía una galera, lejana, oscura, quieta. Desde mi roca oía el sonido de las olas al romperse casi a mis pies.

Después volví a mirar el horizonte imaginándome en una isla desierta, avistando la presencia de un navío, un navío que, ahora que yo era tan sólo el superviviente de un gran naufragio, parecía alejarse.

Las olas seguían rompiéndose en millones de gotas en una danza agresiva y atronadora, y al mirar de nuevo al horizonte ví que mi galera había cambiado su rumbo, olvidándome para siempre en esa playa.
Decidí así seguir  contemplando la hermosa danza  a mis pies.

domingo, 26 de febrero de 2012

la vida


Creo que he salvado una vida, lo digo en serio.

Y lo cuento no por condecorarme con nada sino porque no es usual que uno salve la vida de alguien cada día, y estoy un tanto impactada.

Bien, yo hoy cambié un poco mi rutina y en lugar de ir a la playa de siempre fui a otra. De regreso a mi lugar habitual pasé por un caminillo paralelo a la vía del tren. Es un camino podríamos decir hecho a fuerza de pasar pero no urbanizado ni tan solo adecuado para el paso, ya que se encuentra por encima de una pequeña cala.

Al iniciar ese senderillo, la única persona que había, un tipo con su bicicleta me dijo:” lo van a matar… alguien debería llamar a la policía”. Yo no entendí nada hasta que al mirar a lo lejos vi una figura masculina caminando por encima del rail del tren. Iba en la misma dirección en que habría de ir  el tren que pasa por esa vía, por tanto no podía ver su llegada.

Yo observé unos instantes y me di cuenta de que el sujeto en cuestión no estaba simplemente cruzando, sino caminando bamboleante. Saqué el móvil y marque 112, el teléfono de emergencias. Dije : “una urgencia en Vilanova i la Geltrú , camina un chico por via del tren…si no vienen ya lo matará el tren, hace rato que no ha pasado ninguno, por favor, urgente (di situación).

A todo esto la persona se había acercado suficientemente a mi posición como para ver lo joven que era, apenas los 20 años, y darme cuenta de que estaba en inminente peligro porque no tenía consciencia de el,parecía bajo los efectos de algún alucinógeno, no sé, la mirada perdida.

Justo al llegar a mi altura, nos separaba el bajo muro que separaba la vía del tren del camino y la vía contraria, le dije con un tono alto de voz : “hola”, me miro sobresaltado y asustado de mí se giró y trepó por el poste tipo escalera que hay a lo largo de las vías del tren, saltando al otro lado del muro. Se alejó caminando.

Yo seguía con el teléfono y la comunicación con el 112 abierta. Pasó el tren.

lunes, 20 de febrero de 2012

el té de las cinco


La tarde era hermosa, la luz y la temperatura primaverales. Comenzamos a caminar.

La sencillez del entorno y la sencillez de ellos me gustaba.

Si uno paraba a mirar una piedra o una pequeña flor, los ojos de los demás, atentos se detenían también. 

La conversación tranquila, de nada concreto, incluso escasa, pero amable y amistosa.

Ahora un almendro en flor que nos hace parar y tomar fotos, ahora una vista al mar que nos extasía, a todos. Y después, ya de regreso, la visita a nuestro pequeño cementerio, cementerio para dos. Un conjunto de losas dispuestas sobre la tierra del bosquecillo y algunas pequeñas ofrendas: una concha, un palito de higuera.

Plantamos unas flores amarillas justo entre las dos, y después de unos instantes nos acomodamos en la pinaza y compartimos un delicioso té con galletas, que tomamos mientras hablamos de ellas, mientras las extrañamos y recordamos lo excepcional de esos pequeños seres, un día de febrero a las cinco de la tarde.   

 


















domingo, 12 de febrero de 2012

la ventanita


Vemos a la gente en la calle, en la cola de la caja del supermercado, en un semáforo, donde sea ...y a veces, a menudo hacemos juicios inconscientes determinados por el aspecto externo, la expresión de la cara, un gesto concreto.

Cuando, por casualidad, de una de esas personas anónimas con la que te cruzas, tienes la oportunidad de ver el  interior, cuando te abren la ventanita del corazón, un nuevo mundo insospechado emerge ante ti dejándote en ocasiones helado .

Cómo imaginar que esa madura mujer de cara agradable llevaba sobre sus espaldas toda esa carga, cómo saber cuanto dolor ha sido capaz de soportar y aún sigue soportando. Qué poco valor tenía apenas hace una horas esa persona para nosotros. Qué gran valor tiene ahora que conocemos su interior.

Realmente hay vidas intensas, densas, duras, pero lo que me impacta de verdad, no es la dureza en sí de esas vidas sinó cómo esas sencillas personas con las que me cruzo en el supermercado, en la calle e incluso en mi propia escalera, son capaces de hacerle frente al tiempo que te regalan una amable sonrisa  cuando se cruzan contigo.


lunes, 6 de febrero de 2012

PASADO


Extraños días de un otoño extraño

Títere de  obligado destino que tu eliges  

Impronunciables episodios que escapan de mi centro de control

Curiosidad de gato que acaba matando    

sábado, 4 de febrero de 2012

LA HABITACIÓN DE ALQUILER

No sé muy bien porqué pero esa mujer me impactó . La conocí porque me alquiló una  habitacion de su casa durante dos semanas. Sólo nos vimos  tres veces, la primera por espacio de una hora y media, las otras ocasiones fueron mucho más breves, dos mañanas en las que yo me estaba yendo de la casa y  ella se acababa de levantar y desayunaba.
D. era menuda, morena, y su cara era agradable. Le gustaba hablar y de hecho creo que durante esas tres ocasiones me relató buena parte de su vida. Yo la escuché. Su vida no me parecía alegre, trabajaba en turnos de 12 horas en una residencia de ancianos, pagaba una hipoteca enorme que acabaría a sus setenta años. D. se divorció muy joven a petición de su marido que se lió con una compañera de trabajo, y según me contó no se habia vuelto a enamorar. Añadió que a ella la habían educado para estar con un sólo hombre toda la vida y decía que ahora a su edad ya era difícil conocer a alguien. Ella tenía un año menos que yo, y yo pensaba justamente lo contrario, así que sus palabras aún me impactaban más.
De ese matrimonio tenía dos hijos de los que hablaba con muchísimo cariño y orgullo. Vivían lejos.
Me relató, en la primera ocasión que nos vimos, los primeros años tras su  separación, el maltrato de su marido  cuando ella averiguó que tenía otra mujer. Hasta esa fecha él siempre la trató bien aunque insistía en la separación, pero ella siempre  contestaba: “pero cómo nos vamos a separar con lo bien que estamos!”. Él insistia:” una separación de a bien, mujer!”. Ahí me permití una pregunta: “pero D. tu no veías nada, no intuías nada?”
"No", fué su respuesta, él me traía flores y me regalaba cosas, todo el mundo lo sabía en el pueblo menos yo. A mí esto siempre me pareció un tópico pero tal como ella lo contó lo crei, no tuve ninguna duda de que ella no sabia nada.
Avanzando en su relato comprendí que el enojo del marido cuando ella declaró conocer la existencia de otra mujer era por la casa, propiedad de ambos pero procedente de la familia de él, a la que seguramente el no quería renunciar, y admitir la nueva relación podría comprometer los derechos sobre su patrimonio. De ahí la rabia y el consiguiente mal trato.
De vez en cuando D. decía: “que triste es la vida “, y tal cómo lo decía a mi me desanimaba enormemente.
Me contó también que tenía hermanas que la habían ayudado en momentos de muchos apuros, incluso que vivió con una de ellas durante un tiempo  que llegó a su fin cuando la hermana le dijo que allí no podía estar para siempre.
Ella luchaba para conseguir algo suyo y no ir de casa en casa como, parece ser,  tuvo que hacer  durante muchos años.
En un momento dado su nómina ni siquiera mileurista, se vió duplicada gracias a que doblaba su turno para hacer el turno de un compañero que estaba de baja y ahí por fin, presentándola al banco consiguió una hipoteca. Tenía ahora un  techo que le pertenecia, al menos en apariencia, incluso podía alquilar una pequeña habitación con lo que tenía una ayuda para pagar los recibos.
Mi relación con ella estaba tocando a su fin, ya que yo no necesitaría más la habitación ( alquilada por incompatibilidad con horarios de transporte y trabajo) y aunque me alegraba mucho esto , me venía repetidas veces la imagen de esta mujer a la cabeza, su  cara aniñada y la triste alegría con la que trataba de contar las cosas, la imagen de ella desayunando cereales con leche, enfundada en su pijama  polar de color rosa, sus turnos salvajes en la residencia, sus penas y su triste juventud. Pero con especial detalle recuerdo la mañana que me contó que los lunes por la noche hacia bailes populares en un centro cultural. Repetía a cada instante :” Es muy bonito, de verdad “, y lo decía en un tono especial como si me quisiera convencer, aunque yo ya era una convencida a ese respecto, pero incluso así había una cierta decadencia, tristeza , no sé,  todo me llegaba impregnado de un desánimo que ya no sabía si era suyo o era mio, pero ella seguía explicando. De repente se levantó y tal como estaba, enfundada en su pijama rosa, dejó los cereales y se puso en pose de baile haciendo como si tuviera un acompañante cogido por la mano. Elevó su brazo, lo estiró delante de ella, dejó la mano colgando en el aire con estilo, tratando de enseñarme como se debian coger hombre y mujer para bailar. “Es muy bonito, de verdad!, porque el baile es una formación también” (palabras de su profesor, sin duda)”... y tiene que haber comunicación con la pareja, cómo si hubiese diálogo” (esto tampoco parecian conclusiones suyas) .Y en ese momento al elevar su brazo y estirar su bonito cuello haciendo como que miraba a un compañero imaginario a los ojos, vi  la belleza de esa pequeña mujer, y pensé que sin duda merecía una bonita vida y un nuevo amor, y así interiormente se lo deseé.  
   

jueves, 19 de enero de 2012

YO NO SOY CRUSOE






Por unos días, sólo por unos días y por motivos de trabajo debo buscar una habitación para dormir. Trabajo en una población cercana a la mía, pero a la una de la madrugada que es cuando salgo no hay transporte de regreso.

El caso es que he encontrado una, a través de uno de esos anuncios que la gente cuelga por aquí y por allá.

Ayer hablé con la propietaria del piso y acordamos un precio, así que esa misma noche ya me quedé a pesar de no llevar mis efectos personales conmigo.

Es la primera vez que alquilo una habitación por motivos no turísticos y que duermo en casa de un perfecto desconocido.

Salir a la una de la madrugada del trabajo tampoco es una práctica habitual en mí, de hecho es la primera vez que lo hago.

La soledad de la noche a esa hora, el frío, la inquietud que provocan las presencias y las no presencias, la urgencia de ponerse a salvo de todo o tal vez de nada, provoca una tensión al menos en  mí de lo más desagradable. Quizá también es la falta de costumbre y uno que lo tenga por la mano no debe percibir todo lo que yo percibo por minuto.

La mujer propietaria de la habitación resultó ser muy amable, extremeña y separada. A esto ella le da mucha importancia y en el primer encuentro nocturno me explicó todo el proceso de separación y el resto de su vida. Yo la escuchaba y en parte me alegraba de poder entrar en confianza con alguien con quien compartiría techo esa noche.

Finalmente fuimos a dormir, me metí en la cama con ganas de descansar y cansada, pero el caso es que no lo conseguí hasta pasadas algunas horas debido al frío que llevaba dentro del cuerpo. Esa sensación era difícil de aguantar y a pesar de la manta y la colcha me impidió conciliar fácilmente el sueño. Finalmente dormí algo y me desperté con los primeros ruidos de la extremeña, que al parecer tiene el cuerpo acostumbrado a madrugar y aunque era su día festivo, madrugó igual.

Al cabo de un rato de oírla y viendo que yo no retomaría mi sueño, me levanté. La sensación matutina en casa ajena tampoco es que sea lo más agradable que te pueda pasar, pero ella muy animosa me ofreció un café descafeinado que acepté.

Después la vuelta a casa, sin ducha previa, con la ropa del día anterior

 En realidad todo esto no es más que algo anecdótico, pasajero, pero me hace pensar en esas personas que deben buscar por motivos serios un lugar donde dormir, que quizá ni encuentren o que tal vez ni puedan pagar.

Es dura la vida fuera de la comodidad a la que uno está acostumbrado. De hecho el frío de la noche es poco agradable, pero nuestros inviernos son suaves. Una casa ajena no es la propia, pero es una casa. La una de la mañana es tarde, pero se sobrevive a ello. En fin que todo se podía mirar desde prismas bien diferentes, y así, me vino  al recuerdo un episodio de Robinson Crusoe, que desesperado por su terrible situación, decide hacer dos columnas donde anotar lo que le aconteció y hubo de sufrir cómo naufrago y lo  peor que le pudo haber pasado poniéndose en lo peor. De esta manera encontraba el consuelo necesario para tirar adelante. Yo desde luego no soy Crusoe, pero si a él le funcionó a mí seguro que también.