Hacía un tiempito que los tenía. Eran de ganchillo, amarillos y de ribete
verde. Colgaban de un ganchito en mi cocina. Los quería. Hechos por ella.
Graciosos me evitaban quemarme cuando sacaba algo del horno.
Hoy al girarme para secarme las manos los vi. Los cogí, los toqué, más bien
los acaricié y lloré.