Translate
miércoles, 25 de abril de 2012
lunes, 23 de abril de 2012
Afectos
No sabía si iría o no. Siempre
que tengo que ir a un entierro de alguien no muy cercano me cuestiono mil veces
la decisión.
En este caso era bastante
cercano el vínculo familiar que nos unía, pero el tiempo transcurrido sin
vernos, sin tener noticias los unos de los otros nos convertía en extraños.
Tío carnal, por parte de
madre. Su hermano mayor. A punto de
cumplir los 90 años. Veinte años sin vernos.
Las razones que justificaban
la ausencia total de relación estaban en la ausencia también de mi madre,
veinticuatro años atrás.
Como unen y cohesionan la familia las madres es algo que sólo
se puede saber cuando dejan de estar. El puente que se establecía entre tíos,
primos y demás deja de existir y la distancia se hace cada vez más insalvable.
Dos días fueron los que estuve
dando marcha adelante y atrás a la idea de asistir al funeral. Para qué? A quién
beneficiaría mi presencia?, Qué sentido tenía después de tanto tiempo?
Fui. Cómo casi siempre me
ocurre con este tipo de dudas elegí la decisión adecuada.
Tres eran los hijos de mi tío,
viudo hacía treinta y tantos años, por
lo tanto tres eran los primos que perdían
a su padre.
Y supe por los abrazos
recibidos por ellos que yo debía estar allí. Descubrí que un afecto ancestral,
antiguo, de nuestra infancia nos había
unido y a pesar de los años seguía vivo.
Y ese afecto que ni sabía que
existía, lo ocupa todo hoy, con la certeza de saber que si a alguien benefició que yo fuese a ese entierro fue a mi
misma.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)